Continúo con el fic un día más :P
Después, las tres nos vamos a por nuestras botellas, ¡hacía
siglos que no me entraba tanta sed! Es que ni me acuerdo de cuándo fue la
última vez que hice ejercicio, para qué nos vamos a engañar. Después, me voy al
baño a refrescarme, con mi bolsa de deporte.
Me echo agua en la cara y me miro al espejo. ¡Vaya pelos! Me
seco la cara y cojo el peine de mi bolsa. Me echo atrás la larga cabellera y
después de pasarme el cepillo varias veces vuelve a quedar bastante decente.
Dejo el peine en la bolsa, y al volver a mirar al espejo, hay una persona
detrás de mí que al verla reflejada de repente me da un susto de los grandes.
-¡Dios! –me llevo la mano al corazón –. Chloe, esto no tiene
gracia. Ya van tres veces.
-Ja, ja. Razón de más para que no estés tan desprevenida
cuando se trata de mí apareciendo. ¿Estás bien?
-Sí… bueno, a medias.
-A ver… -pone su mano sobre mi corazón para ver si es tan
fuerte el susto que me ha dado. Y cómo no, me vuelvo a poner roja. ¿Esta chica no se da cuenta de que tiene que
haber unos límites?
-¡Hala! Pues sí que te he asustado. Pero lo tuyo no es
normal, te late demasiado rápido.
-Si supieras por qué… pienso
mientras la miro.
-No estás acostumbrada a hacer deporte y enseguida te atrofias.
Menos mal que con las coreografías te vas a poner en forma.
-Seguro que sí –respondo, sin poder apartar mis ojos de los
suyos. Me doy cuenta de que van por lo menos tres segundos que estoy así y me
aclaro la garganta–. Emm… bueno, y ¿crees que nos va a hacer correr tanto como
antes después del descanso? –digo, intentando disimular mi repentino
ensimismamiento.
-Ah, pues no lo creo. Aunque con Aubrey nunca se sabe. Es
tan impredecible y tan inflexible…
-Pues yo ahora mismo me siento como Amy. No puedo más.
-¡No seas quejica! –se lava la cara y se seca.
-No lo soy, pero…
-¡Hola, chicas! –entra Stacie.
Me fijo en la cara de Chloe, porque tengo la impresión de
que la cae fatal por algo que aún desconozco.
-Aubrey ha dicho que se ha acabado la sesión de gimnasia por
hoy, que nos duchemos y luego vayamos a empezar a ensayar.
-¡Genial! –Exclamo, loca de contenta–. Nos hemos librado.
-Sí. Bueno, yo voy entrando ya –dice, cogiendo su bolsa de
deporte y yendo hacia las duchas.
-No te acostumbres, hoy nos ha dejado terminar antes porque
es el primer día, pero el resto de los días, prepárate –dice Chloe.
-¡Qué se le va a hacer! Bueno, me conformo con que hoy nos
haya… -empiezo a decir, cuando veo que Stacie se está quitando todo antes de
entrar a la ducha, en vez de hacerlo dentro, o detrás de las paredes que están
delante de las duchas, con una especie de baldas donde se ponen las cosas.
-¿Qué te pas…? –Pregunta Chloe–. Al ver lo que ocurre, se
queda boquiabierta y con cara de mala leche al mismo tiempo, como si no pudiese
creer lo que veía–. ¡Oye, Stacie, eso lo haces en un lugar menos visible, que
esto es un espacio común!
-¿Perdona? Estoy en los baños de chicas, no creo que pase nada, ni que estuviese en medio del hall de la facultad. Eres tú muy finolis, ¿no? –arquea una ceja, desafiante.
-¿Perdona? Estoy en los baños de chicas, no creo que pase nada, ni que estuviese en medio del hall de la facultad. Eres tú muy finolis, ¿no? –arquea una ceja, desafiante.
-¡Pues sí que importa! –no sé por qué, pero de repente me
mira a mí, como si yo tuviese la culpa de algo.
-Pues vale –dice, y entra finalmente en la ducha.
-¡Hum! –frunce el ceño y se cruza de brazos. Me divierte
verla así, normalmente parece estar siempre alegre.
-¿Pero por qué te enfadas tanto? Igual piensa como tú, ya
sabes, lo de que no se avergüenza de su cuerpo y tal que me dijiste el otro
día.
-¡No es lo mismo! ¡Ella no es como yo! ¿Vale? –se pone
dramática.
-Cálmate. Si ya ha entrado, no pasa nada. Al menos no estaba
Bumper ni ningún otro por aquí, eso habría sido peor.
-¿Te crees que me importa algo que ellos la hubiesen visto?
Peor para ella, tenía que haber pasado eso, ¡por golfa!
-Ja, ja, nunca te había imaginado enfadada. Pero entonces,
¿por qué te importa tanto?
-Porque me incomoda. Punto –algo en su tono hace ver que no
es esa la razón.
-Bueno, pues lo que hay que hacer es no entrar cuando esté
ella duchándose y nos ahorramos el espectá-culo –hago una separación de sílabas
para hacer un chiste fácil e intentar que Chloe no esté tan enfadada.
-¿En serio? ¿Crees que es buen momento para chistes malos?
–dice, aunque menos molesta. Me mira un segundo, y observo que las comisuras de
sus labios empiezan a curvarse.
-¡Te estás riendo!
-¡No es verdad!
-¡No es verdad!
-Sí que lo es –la doy con los índices en las costillas.
-¡Ja, ja, para! Vale, ha estado gracioso, pero no tanto.
-Se acepta.
-Eres muy graciosa, ¿lo sabías? –dice, sonriendo.
-¿Yo? ¡Qué va!
-Sí –afirma, y me coloca un largo mechón detrás de la oreja.
-¿Interrumpo algo? –dice Cynthia-Rose al entrar, también
bolsa en mano.
-¡No! –exclamo rápidamente, con un tono algo nervioso. Chloe
me mira extrañada.
-¡Fooorty boys in forty niiiights! –resuena en el baño,
proveniente de la ducha de Stacie.
-Un cántico de salida total en toda regla, sí señor. En
serio, ésta necesita rehabilitación urgentemente –dice, y nos reímos.
-My honey
in Stuttgart doesn't care, that I collect their underwear… -sigue entonando esa
canción de The Donnas.
-¿Que colecciona ropa interior? Ya podría coleccionar la
mía, no sé si me seguís –sigue diciendo, ante nuestra atónita mirada.
-¿Lo dices en serio? –pregunto.
-¡Y tan en serio! ¿En qué ducha habéis dicho que está?
-¡Cynthia! –exclama Chloe.
-Era broma, yo respeto el espacio vital. El espacio vital de
menos de 30 cm… -esto último lo dice en bajo–. Me voy a duchar. Tranquilas, que
no soy una acosadora, dejad de mirarme así. Qué poco humor tenéis.
Una vez que se marcha, Chloe se acerca a mí y dice:
-Pues no sé qué la ve, la verdad. Tampoco es tan guapa.
-Hombre, pues… -me callo al ver que está empezando a
mosquearse de nuevo.
-¿A ti te lo parece también, verdad? –dice, con un tono de
enfado.
-No está mal…
-¡Oh, de verdad, no puedo creerlo!
-…pero las hay más guapas, es verdad –termino, temiendo ser
golpeada o algo, porque se está poniendo echa una furia de nuevo.
-¿Cómo quién? ¿Quién puede ser más guapa que doña calienta
p…? –sigue diciendo, pero la interrumpo.
-Pues tú –me sale sólo, sin pensar.
Se calla de repente, con la palabra en la boca, sin esperar
que dijese eso.
-¿De verdad piensas eso?
-Pues claro. Hay que estar ciego para no darse cuenta.
-Gracias –sonríe. Se le va todo el enfado en un segundo.
Esta chica debe ser bipolar o algo.
-Yo lo que no entiendo es… por qué la tienes envidia.
-¿Envidia? ¿De dónde te has sacado eso?
-No, pues… es que me he dado cuenta de que no te cae muy
bien, y como estás ahora criticando que a Cynthia-Rose le parezca guapa y tal…
-¡No es verdad! Yo… no es verdad –por un momento parece
ponerse roja.
-Vale, pues me lo había parecido. Cosas mías –añado, para
que no se sienta incómoda.
-Pero es verdad que la gente parece hipnotizada por ella
–dice, sin poder cambiar de tema.
-¡Y con gente se refiere a ti, Beca! –exclama Cynthia-Rose!
-¡¿Estabas escuchando?! –exclama Chloe, alterada.
-Sólo lo último, pero ya desconecto la antena, no os
preocupéis.
-¡Qué cotilla! –digo, negando con la cabeza, como sin poder
creerlo.
-Pero tiene razón.
-¿Cómo?
-Pues antes, que te has quedado embobada cuando estábamos
hablando.
-¿Qué? –me sale un tono agudo de voz.
-No lo niegues, que me he dado cuenta.
-¡Te juro que no! Es que me ha sorprendido, parece que desde
que he llegado aquí, a las chicas las da por ponerse en pelotas estando yo
delante y las diera igual.
-¡Quién fuera tú! –grita Cynthia-Rose desde la ducha.
-¡Que no espíes! –Exclamo.
-¿De qué hablas? ¡¿Quién más ha hecho eso delante de ti?!
–exclama Chloe, malhumorada. Sólo la falta decir “a la próxima que se desnude
delante de ti la meto un meco que la reviento”.
-Pues… tú, el otro día –digo, mirando hacia abajo.
Acto seguido, entra Amy con un “¿Qué pasa?” y se va hacia el
lavabo.
-¡Pero yo no cuento, era porque quería descubrir quién tenía
esa voz tan talentosa! Ni siquiera sabía que eras tú.
-¡Traduzco: quería descubrir otras partes talentosas de ti,
Beca! –vuelve a gritar Cynthia-Rose.
-But I’m
perfectly good at it, sex in the air I don’t care I love the smell of it –canta
ahora Stacie.
Aubrey entra al baño, silenciosamente, sin que ninguna nos
demos cuenta, con todo el alboroto que hay dentro del baño.
-¡No digas tonterías, Cynthia! –la replica Chloe.
-¡Anda que no! –sigue Cynthia.
-Like a
virgin, touched for the very first time –cambia completamente de canción
Stacie.
-¡Joder, Stacie, qué rápido pasas de tirarte a todo lo que
se mueve a ser virgen! –suelta Cynthia, refiriéndose al repertorio que estaba
cantando.
-Ja, ja –Amy suelta una risa de cerdo.
-¡Basta ya! –grita Aubrey –. ¡Sois unas vulgares y unas
escandalosas, que se os oye desde el sitio de ensayo!
-Es como el psiquiátrico al que va mi tía –murmura Lilly en bajito,
que acaba de entrar –. También hay locas cantando cosas sin sentido, y personas
gritándose las unos a las otros. Era muy divertido.
Nos quedamos flipando con el comentario de Lilly, pues si
por algo se caracteriza, es porque cada nuevo comentario que dice es más
inquietante que el anterior.
-¡Pero en ese psiquiátrico no hay bolli-cotilleos! –dice Cynthia-Rose
desde su ducha.
-¡Esto parece un patio de colegio! ¡Todas a ducharse y a
ensayar, vamos! –exclama Aubrey, con su tono de jefaza habitual.
La hacemos caso y nos dirigimos a las duchas. En ese momento
salen Stacie y Cynthia-Rose, pues ya llevaban un rato ahí antes que nosotras, y
cuando Cynthia pasa por mi lado, me dice:
-Ten cuidado con ésa, no se te vaya a volver a colar otra
vez.
-¡Oye, te he oído! –Suelta Chloe–.
-Eso pretendía. Que lo oyerais las dos. Por si a alguna no
le habían quedado claras las intenciones de la otra –me mira a mí.
-¿Cómo? –Digo, pues la broma ya está yendo un poco lejos.
-No la hagas caso –dice Chloe rápidamente–. Se aburre y ve
cosas donde no las hay.
-A diferencia de otras que hacen lo imposible por ver esas
cosas –Cynthia mira a Chloe y enarca una ceja–. ¿Me equivoco?
Miro a Chloe, que se ha quedado sin habla, y pregunto:
-¿Es eso verdad?
-¡No, ni hablar! Ya te dije que si fui a tu ducha fuer para
oírte cantar.
-Ese era el plan al principio, pero luego cambió de idea,
pero como no captas sus intenciones, no se lanzó más –añadió Cynthia.
-Pero, ¿y a ti quién te ha preguntado? ¡No inventes!
–exclama Chloe, roja de rabia.
-Ten cuidado, que no se te va a poder distinguir la cara del
pelo –responde Cynthia, y se va.
-¡Hum!
-Ja, ja, estás súper graciosa cuando te enfadas –le digo a
Chloe.
-Pues a mí no me parece nada gracioso que vaya diciendo esas
cosas.
-¡Cosas que son verdad, tú sabes de lo que hablo! –sigue
diciendo Cynthia, saliendo del baño.
-¡Vaya oído que tiene! –digo.
Después de ducharnos, nos vamos a ensayar. Aubrey parece
tranquila. Veamos cuánto le dura.
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